Conviértase en un sembrador de alegría
Las personas optimistas, joviales y con sentido del humor son un ejemplo a seguir. Su presencia irradia bienestar y su carácter enseña a mantener un talante positivo ante la adversidad y los problemas. Si sonríe a la vida, la vida le sonreirá.
En tiempos de crisis la alegría de vivir es un bien escaso que cotiza al alza. La demanda de felicidad y esperanza supera ampliamente a la oferta. Pero no todas son malas noticias: con un poco de entrenamiento y perseverancia, en lugar de esperar a que le alegren la existencia, usted puede alegrársela a los demás.
El prestigioso psicólogo y pedagogo Bernabé Tierno, muestra su reconocimiento hacia “esas personas que parece que han venido al mundo para celebrar constantemente la vida y en todo lo que hacen, y allá por donde pisan, dejan una huella indeleble y el recuerdo de su jovialidad, simpatía y bondad”.
Precisamente la jovialidad, junto el buen carácter, el entusiasmo, el sentido del humor y el optimismo vital, conforman –según el director del portal de Internet Club Optimista Vital- “el quinteto de la felicidad y del éxito, que más amigos y bondades puede reportarnos a lo largo de la vida”.
Podemos aprender a ser felices
Hay personas que de forma natural posee un talante entusiasta, alegre y positivo, porque está en sus genes o bien porque han crecido en un ambiente familiar y social que ha fomentado esta forma vitalista de ser y comportarse, y otras que pueden aprenderlo.
El buen humor y las actitudes positivas pueden ‘contagiarse’ de una persona a otra. La gente optimista ‘contagia’ su actitud a quienes la rodean, dice el coach José María Sanz. “Ver a una persona sonriendo nos ilumina la cara y anima la vida.
Para los optimistas, los inconvenientes son un reto. Aceptan lo que ha surgido y se plantean como solucionarlo. Ante los reveses, buscan una ilusión que les de fuerzas y la forma de salir del atolladero”, añade.
Para este psicoterapeuta también es importante sentirse agradecido hacia la vida, el mundo, los demás, porque “la gratitud torna más positiva y sincera nuestra relación con la gente que nos rodea. Al alegrar nuestra propia existencia, se la alegramos a los demás”.
Para el psicólogo clínico José Elías, director del Centro Joselías de Terapias, recomienda “destinar cada día un poco de nuestra energía a un causa noble, a actividades tan sencillas como ser más cariñoso con la familia o hacer un favor a un amigo”.
“Una vida en la que se prescinde de ayudar a los demás o que no tenga una causa elevada, casi siempre se traduce en sensaciones de vacío, soledad y depresión. Cuando uno dedica su energía a una buena causa, se vuelve activo y se enriquece”, señala.