Detención del pirómano de mega incendio en Quillón: La Fiscalía aguardaba un nuevo ataque

Detención del pirómano de mega incendio en Quillón BIO BIOLa noche de Año Nuevo entre 2011 y 2012 marcó al menos dos comienzos en la Región del Biobío: como dice la tradición, un nuevo año entre abrazos y festejos, pero paralelamente el inicio de uno de los incendios más grande que recuerde la zona.

Entre las consecuencias inmediatas, tras días de fuego sin control, estuvo la muerte de dos personas de 69 y 71 años, las pérdidas estimadas en 220 millones de dólares, luego que las llamas alcanzaran la Planta Nueva Aldea de la empresa Celco, más de 150 casas destruidas y 26 mil hectáreas quemadas entre Quillón, Florida y Ránquil –cuatro mil de ellas de bosque nativo- además de siembras y predios agrícolas.

Un desastre por donde se le mire y sin muchos indicios respecto de dónde empezar una investigación penal. Sin embargo, el desafío comenzó cuando el fiscal regional Julio Contardo encomendó la misión a los fiscales jefes de Bulnes y Yumbel, Maritza Camus y Álvaro Serrano.

“Seguimos todos los rastros, hasta los rumores más pequeños. De pronto aparecían nombre, lugares, características, se armaban líneas investigativas, hasta que tras un año de investigación, las variables empezaron a repetirse: teníamos un perfil del incendio y de un potencial imputado”, explicó el fiscal Serrano.

Según la fiscal Camus, lo primero que se pudo determinar fue el carácter intencional del incendio, la existencia de, por lo menos, ocho focos con presencia de acelerantes o combustibles, y la sospecha de que el o los autores volverían a atacar.

“En la zona hay muchos incendios, pero este tenía un modus operandis claro, que lo haría identificable en el caso que volviera a ocurrir. Se concentraba en zonas de bosque maduro de entre 8 y 10 años de pino y eucaliptos, alejadas de áreas urbanas, multifoco, cercanos a los caminos, en la cárcava o pequeñas quebradas, y con un sistema de encendido con velas y papel higiénico”, explica el perfil del siniestro la fiscal Camus.

El sospechoso

Avanzada la investigación, recuerda el fiscal Serrano, se dio de forma constante un cruce de información, logrando construir un perfil del potencial autor: debía ser una persona vinculada a las empresas forestales, que debía tener conocimiento del fuego y tenía que ser de la zona, por la forma en que había instalado los focos del incendio.

El 12 de enero de 2013 un nuevo siniestro afecta a Florida y las características se repiten.

“Nuevamente había velas y papel higiénico, presencia de combustible, multifocos y predios forestales alejados de centros urbanos, además de huellas que llegan a la misma casa de un sujeto que figuraba entre los sospechosos, y que coincidía con las versiones de algunos testigos”, dijo Serrano.

Se trata de Carlos Cifuentes Cifuentes de 37 años, conocedor del lugar desde por lo menos 30 años, trabajador forestal de una empresa contratista que le presta servicios a Celco, en oficios de raleo, limpieza, plantación, entre otros.

“Lo cité a la Fiscalía y llegó acompañado de la PDI, le leímos sus derechos y empezamos a entrevistarlo en calidad de imputado. Confesó de inmediato. Su relato detallado era absolutamente concordante con la investigación. Nos indicó que instaló 18 focos esa noche, que se movilizó en bicicleta, que usó una mochila en la que llevaba los insumos, y que buscó la cárcava para direccionar el fuego y hacer difícil el control inmediato del incendio”, explicó Camus.

La fiscal aseguró además que la información aportada por Cifuentes en su mayoría pertenecía a datos que sólo conocían el quipo de investigación, los dos fiscales y dos policías de la PDI.

“Si él no hubiera sido, no habría tenido como responder”, aseguró.

El pirómano

Cifuentes Cifuentes declaró haber participado en al menos tres incendios: el de Quillón, el del 12 de enero que permitió su captura y un tercero que sería investigado por la Fiscalía.

Sus motivaciones cruzan al menos dos ejes: uno personal y uno laboral.

“Justificó sus acciones diciendo que siempre le gustó el fuego, que le gustaba ver los aviones mientras lanzaban agua a los incendios, y que su sueño era ser bombero. Sin embargo, también aseguró que cuando se quema un bosque, hay que volver a plantarlo y ese es su trabajo. En el fondo era una forma de asegurarse trabajo durante el año”, explicó Serrano.

En su relato, Cifuentes explicó que dejaba la bicicleta en el borde del camino y se adentraba en el bosque, fue capaz de demarcar la zona en que atacó y de detallar que usó un tipo de papel, porque a su juicio, es el único que enciende de inmediato y asegura que no se va a apagar tan fácilmente.

“Ahora hay que hacer un perfil sicológico. La madre, la única persona a la que le cuenta su acción, nos dijo que cuando Cifuentes tenía 10 años se incendió su casa y perdió todo, lo que coincidió con el nacimiento de su hermana menor. Esto hay que investigarlo porque puede ser el hecho que gatilló su personalidad pirómana o ser su primer ataque”, dijo Camus.

Desde el punto de vista de la Fiscalía, Cifuentes es analfabeto, pero imputable. Por su presunta responsabilidad en los ataques, fue formalizado el sábado 19 de enero por el delito de incendio con resultado de muerte y arriesga una pena de hasta 15 años y un día de prisión.